Crisis Lúdica: ¿qué me pasa doctor?

Imagen: Minotaur Gifts and Games

Desde hace dos o tres meses que estoy muy perezoso con la lectura de reglas.

No me apetece zamparme un reglamento espeso na' de na'. Antes me metía entre pecho y espalda dos o tres a la semana. Ese Civilización que me trajeron los reyes tiene pinta de coger polvo. Pobrecico.

Ahora, como mucho, me leo reglamentos sencillos y que entren bien, pero tampoco es que la cosa fluya.  En lo que va de año hemos estrenado 4 juegos nuevos y hemos echado trece míseras partidas, la peor marca de los últimos dos años.

Además, no estoy disfrutando demasiado las partidas.

Todo esto se debe no sólo a mi estado de ánimo (miss you Mario) ni a mi lamentable estado de salud desde antes de Navidad (hoy me he enterado de que tengo bronco-neumonía), no.

La verdad es que, aunque estoy hasta la p***a de la fiebre, el dolor de garganta, los mocos, la tos y las agujetas que tengo de tanto toser, estoy en un estado de apatía jueguil que extrañamente se ha apoderado de mí. Y da miedo.

Da miedo porque quienes me conocen saben que como me dé por algo puedo ser el tipo más obsesivo del mundo: música, Kinks, juegos de mesa, etc. Si llego a descubrir las drogas en mis años mozos ahora estaría fumándome unos porretes con las tres jotas: Jimmy (Hendrix), Jim (Morrison) y Janis (Joplin).

Y estoy pensando en comprarme un ukelele... así que The Black Meeple quizá se convierta en The Black Ukelele.