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miércoles, 15 de noviembre de 2023

Ruido

 


Esta semana ha vuelto a pasarme una de esas estrambóticas anécdotas de Wallapop.

Un pseudo “influenser” contactó conmigo hace un mes para comprarme unos cuantos juegos. El individuo en cuestión ya me pidió hace un par de años dos juegos y tras marearme que si sí, que si no, que si sí definitivamente, se arrepintió y los juegos se quedaron donde estaban.

Esta vez tras reservarle los juegos, decirle a otros posibles compradores que no estaban disponibles y quedar con él en firme para que los recogiera ayer, el individuo no se presenta a la cita a pesar de que le envié un mensaje por la tarde, el cual leyó y no contestó, para recordarle nuestro encuentro.

Para colmo, le explico la anécdota a una amiga y, casualidades de la vida, me comenta que justo el mismo día de nuestra cita, nuestro comprador pasó por su casa a comprarle unos cuantos juegos de segunda mano. Y es que, ciertamente, estos “influensers” tienen que comprar muchos juegos para generar su abundante e inacabable contenido diario.

Cuestiones personales aparte, esta anécdota portagonizada por un “instagramer“, “tiktoker”, “youtUber” o “whatever” me ha animado a reflexionar sobre esas amadas plataformas de divulgación que aportan a nuestra afición tanta información veraz y profunda.

Quizá soy demasiado viejo y amargado, pero voy a decirlo alto y claro: detesto esas formas de comunicar y divulgar una afición.

Las detesto porque son superficiales, innecesarias y no aportan absolutamente nada interesante para los aficionados (en nuestro caso) a los juegos de mesa. Ver fotos de gente maquillada y disfrazada posando con la caja del juego y una estupenda sonrisa no es lo que busco en los juegos de mesa.

A mí me gusta JUGAR y hablar de juegos. Leer reglamentos y discutir sobre tácticas y estrategias. Recordar tiradas míticas y puntuaciones pésimas, rememorar derrotas catastróficas y victorias épicas.
Nada me aportan las fotos sonrientes, ni los disfraces, ni los canalillos de las instagramers. Nada.

Para las editoriales todas esas poses tendrán seguramente un efecto de difusión y publicidad, pero para mí esas fotos, esos vídeos y esas entradas que proliferan como “influensers” en  eventos lúdicos no son más que ruido y acaban generando un efecto contrario para el juego que publicitan.

Algunos afirmarán que uno puede abstraerse del ruido, “pues no lo mires” dirán, y quizá se pueda, pero es molesto.

Muchos de estos medios presumen de aportar “contenido diario” y yo me pregunto cómo se puede hacer un contenido serio, riguroso y profundo sobre juegos de mesa si cada día, sin ser divulgador profesional, tienes que disfrazarte, maquillarte, desplegar el juego, hacerle veinte fotos, editarlo todo y además jugar (y trabajar, hacer la compra y, en definitiva, vivir).

Para hablar de juegos lo primero es jugar. Toda esa parafernalia, todo ese escaparate y el tiempo que lleva prepararlo y editarlo, no creo que deje mucho tiempo para jugar. Expertos en posar, pero no tanto en jugar.

Creo que la premisa debe ser “divulga porque juegas”, porque gozas jugando, y no “juega porque tienes que divulgar”.

Cada vez se consume más contenido de este tipo. Mucho escaparate, pero poca chicha, y eso seguramente no es sólo culpa de quien genera el ruido, sino de quien lo apoya visualizándolo y apoyándolo con “likes” y suscripciones.

Como decía antes, quizá es que soy mayor para esto y además probablemente tenemos lo que nos merecemos. Sí, tenemos muchos “medios” que reflejan aquello que pide nuestra sociedad: inmediatez, un vistazo rápido y a por otra cosa.

Demasiado ruido para mis oídos.

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Juegos pequeños, grandes juegos: Faraway

En Juegos pequeños, grandes juegos hablaremos de juegos que pueden entrar en tu ludoteca sin que tengas que preocuparte por el poco espacio que te queda en las estanterías, porque abultan muy poco, pero son muy recomendables.  


Diseñador: Johannes Goupy, Corentin Lebrat
Ilustrador: Maxime Morin
Publicado por: Catch up games
Año de publicación: 2023
Duración: 10-15 minutos
Número de jugadores: 2-6
Mecánica: draft, selección simultánea y colecciones


Hacía ya bastante tiempo que no añadíamos reseñas de pequeñas joyas a esta sección, pero desde Essen han llegado a casa algunos pequeños grandes juegos que estoy deseando compartir.

Atraído por esas ilustraciones preciosas de Maxime Morin (Codex Naturalis) y después de leer el reglamento y un par de comentarios/reseñas, Faraway se convirtió en una de las compras seguras de Essen.

Nada más entrar al primer pabellón de la feria me di de morros con Catch Up Games y unas cuantas mesas vacías. Así que llegar y besar el santo: partida a Faraway como primera partida de la feria.

Los comentarios que había leído previamente avisaban de que la primera partida podía dejarte frío y desconcertado por la peculiaridad de la puntuación, pero que una vez le pillabas el qué (un par de partidas) el juego era una gozada.

Y así fue. La primera partida no me dijo demasiado del juego, pero mi intuición me dijo que había que comprarlo.

Además de una libreta de puntuaciones, en la caja encontramos únicamente 68 cartas cuadradas de región, numeradas del 1 al 68, y 45 cartas mini de santuario que nos proporcionarán iconos y, quizá, algún puntito extra al final de la partida.

En su parte superior izquierda las cartas de región tienen un icono redondo blanco (noche) o amarillo (día). En su parte inferior tienen los puntos que, en su caso, otorgarán. Arriba a la derecha algunas cartas llevan iconos que permitirán cumplir requisitos de otras. Y en el centro a la derecha algunas cartas llevan unos iconos ilustrados que son requisitos que deberán estar visibles si queremos puntuarlas. Ya veremos qué quiere decir "visibles" porque ése es el quid y la chispa del juego.

Al inicio de partida se reparten tres cartas de región a cada jugador y se prepara un mercado con una carta más que jugadores haya en la partida.

Simultáneamente todos los jugadores seleccionan una de sus cartas de la mano y la colocan boca abajo. Cuando todo el mundo ha seleccionado su carta, se muestran todas y el jugador con la carta más baja elegirá primero una de las cartas del mercado para completar su mano hasta tres.

Además, si la carta recién jugada es superior a la jugada justo antes se obtiene una carta de santuario, las pequeñitas, más una carta extra de santuario por cada mapa que tengamos visible en nuestro "tableau". Obviamente en la primera ronda esta acción no es posible.

De las cartas de santuario obtenidas deberemos seleccionar una y jugarla a la vista de todo el mundo. Estas cartas proporcionan iconos que nos ayudarán a completar requisitos de cartas de región y, además, algunas nos darán puntos.

Esta mecánica se repite hasta que todos los jugadores han jugado ocho cartas de región.




Al final de esa octava ronda, todos los jugadores giran boca abajo sus cartas de región jugadas y simultáneamente van puntuando las cartas de fin a principio. Es decir, los jugadores muestran la carta que jugaron en octavo lugar y la puntúan si cumplen con los reuiqsitos de la carta, si los tenía. 

Se procede de la misma forma conla séptima, la sexta y así sucesivamente hasta puntuar todas las cartas de región. Por último, se puntúan las cartas de santuario.

Esta forma de puntuar es lo que le da al juego el toque de originalidad y chispa. Es necesario preparar e imaginar la puntuación a la inversa de como estás jugando de modo que las cartas jugadas primero van a necesitar iconos visibles en cartas posteriores.

Como juego de cartas tiene una dosis importante de azar, si bien las partidas te enseñan a controlarlo y poder gestionarlo correctamente Puede darse alguna partida en la que la mano inicial te deje muy expuesto, pero para eso está también la variante especial en la que se reparten inicialmente cinco cartas a cada jugador y se elgen tres con las que comenzar.

No obstante, este azar que parece malo es una de las virtudes del juego, pues en la mayoría de partidas estás en la necesidad de obtener un icono que te falta y eso va a depender de los santuarios y de la suerte que tengas al robarlos. Momentitos de adrenalina en partidas apretadas que, en lugar de ser un defecto, le dan al juego un punto de adicción e intensidad que, en caso de penalizarte, tampoco es muy desmoralizante porque las partidas duran diez minutos.

Además de esta sensación adcitiva y de ser tan bonito, el juego escala estupendamente de dos a seis jugadores. Una virtud difícil de encontrar en ese rango de jugadores.

Faraway es sin duda alguna uno de los productos más redondos y vendibles que he jugado en los últimos años. Un instant classic de los fillers. Ojito con él.

No puedo estar más contento con esta compra. Un acierto total que se demuestra con las cuarenta partidas jugadas en mesa y las más de quinientas en la  BGA.

Locurón por este super filler.