viernes, 18 de octubre de 2019

Alrededor de la mesa


Hace algo más de un mes el amigo Luis Fley publicó en su web "Jugar a Perder" un interesante artículo de opinión, "Contigo no juego", en el que se preguntaba en voz alta si éramos capaces de jugar a juegos de mesa con quienes piensan política, social o vitalmente de forma opuesta a nosotros. Podéis leer el artículo aquí

Antes de eso, hace unos meses, tras una noche de juegos en la blackcueva tuvimos una tertulia sobre este tema y me planteé escribir un artículo sobre ello. No es la primera ocasión que el bueno de Luis me pisa el tema para un artículo, así que quise dejar reposar sus ideas durante un tiempo antes de escribir mi opinión al respecto.

Esta semana he visto en redes un par de comentarios que opinaban de nuevo sobre el tema y finalmente me he decidido a sacarle el polvo a mi borrador y darle forma.

Respecto a lo planteado Luis Fley opinaba rotundamente que sí y decía que "una persona en las antípodas de mi pensamiento puede ser un gran compañero de mesa".

Jugar a juegos de mesa es para mí un acto de relajación, de evasión y, en el fondo, una necesidad, casi física, para distraerme y no explotar por el estrés y las prisas diarias.
Es además una actividad social que por suerte o por desgracia precisa la participación de otras personas y por ello busco compañeros de mesa con los que pueda bromear, ser yo mismo y hablar de cualquier cuestión que se plantee. Porque, como dice mi buen amigo Nano, no es tan importante lo que sucede EN la mesa como lo que sucede ALREDEDOR de la mesa.

Obviamente elegir los compañeros de mesa no significa que deje de sentarme a jugar con cualquiera que se desmarque de mis ideas. Tengo amigos, jugones y no jugones, con los que comparto mi mesa y mi vida a pesar de que no compartimos todas nuestras ideas.

La cuestión nuclear es entonces la intensidad de la discrepancia. Una cosa es poder discrepar y no coincidir en cosas triviales y otra es disentir en valores estructurales de cada uno, en principios esenciales de tu pensamiento.

Fley ponía como ejemplo a dos aficionados al fútbol, forofos de dos equipos diferentes que, sin embargo, son capaces de compartir asiento en un estadio. Pues claro, porque el fútbol es una cosa trivial y es de idiotas que eso separe a las personas.

Otra cosa es cuando la discrepancia es más severa, profunda y sentida, cuando afecta a valores.
¿Acaso podrías jugar con personas con ideas políticas antidemocráticas, ultraderechistas o fascistoides?

Mucha gente responde diciendo que mientras esas personas sean educadas, sean capaces de dialogar, no se hable de temas controvertidos y se comporten correctamente, no hay problema.

Según esta premisa te puedes sentar a echar unas partiditas con los "señores" de la foto de la izquierda siempre que apaguen la antorcha, se quiten la capucha, sean correctos, educados y no hablen "de sus cosas".

Si habla de "victory points, tracks, kingmakings" y no habla de "lo suyo" ¿qué más da si luego se va a patear indigentes a un cajero? A ti no te afecta.


Incluso, si queremos pasárnoslo teta, el juego elegido para la ocasión podría ser éste de la derecha.

No sé cómo acabaría la cosa, pero la experiencia iba a ser dinámica y visceral. Muy auténtica.

¿Jugarías con alguien tremendamente educado y que además es un compañero de juegos brutal a sabiendas de que luego le zurra a su mujer cuando llega a casa?


Muchos dirán que estos ejemplos son demagógicos y exagerados, pero siento deciros que seguro que hay racistas y maltratadores que juegan a juegos de mesa y seguro también que tienen compañeros de mesa que se sientan con ellos.

Volviendo a la idea de que la cuestión esencial es la intensidad de la discrepancia, cabe destacar que esa intensidad es algo subjetivo. Así, muchos dirán: "hombre, si es un maltratador no le quiero en mi mesa,  pero si vota a VOX no pasa nada si no hace daño a nadie".

Pues señores, ese es el quid de la cuestión. Cada uno tiene su sensibilidad y sus líneas rojas que no pueden ser traspasadas. Cada uno puede poner sus límites donde crea conveniente y descartar a sus compañeros de mesa por su forma de jugar, por su parálisis, por tramposos, porque no nos caen bien y, ¿por qué no?, porque sus VALORES, con mayúsculas, están en las antípodas de los nuestros.

Y aquí un servidor prefiere no sentarse a jugar (ni ninguna otra cosa) con según qué personas que tienen determinados valores.  

10 comentarios:

  1. Buen articulo, estoy bastante de acuerdo en lo que planteas. Lo único que me chirría es la escala gradual del final donde mides a un maltratador con un votante de Vox. Tengo conocidos que votaron a Vox por los motivos que fuera y son excelentes personas y padres. Y que aparezcan en la misma escala que un maltratador no me parece justo.
    Dicho esto, que poco falta para Essen !!!

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    Respuestas
    1. Hola

      No sé donde dice que los votantes de VOX sean maltratadores.

      Otra cosa es que yo no me siente con ellos por los motivos que yo crea oportuno.
      Y es que justamente de eso va el artículo.
      De los límites que cada uno le pone a la gente con la que juega y de qué criterios les descartan.

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    2. Pero independiente que te sientes o no, los pones en el mismo saco y si no es lo que quieres decir, lo parece.

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    3. En el sentido de no sentarme ni con uno ni con otro, desde luego.

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    4. Ok, no me refería a eso pero dejemoslo estar, dialogo cerrado. Es bueno y sano debatir. Gracias por tus respuestas y tu paciencia. Saludos !!!

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  2. Un placer volverte q leer.

    Cuando leí el artículo de Luis no pude pensar inmediatamente en Ruben Herrero (No nombraría a nadie directamente pero él proclama su ideología de forma pública y directa así que supongo que no le molestará)

    No lo conozco personalmente, ni a nadie de la “casta Ludica” (con cariño) pero sí que le escuchó hablar sobre juegos porque me parece un gran comunicador y divertido. No obstante, me encuentro en las ANTÍPODAS IDEOLÓGICAS de Ruben.

    Por estoy voy a dejar de escucharle cuando habla de juegos? No
    Me sentaría con él a jugar? Por supuesto que si. Aunque es verdad que podría entrar en fricción con él ante algún comentario de tipo ideológico.
    Que encuentro mucha más empatía general hacia otros comunicadores? Por supuesto.

    Es un tema con muchas aristas y complicado

    Gracias por el artículo

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  3. Gracias. Yo estoy de acuerdo contigo y hay lineas rojas, de hecho yo me levante de una mesa por ciertos comentarios. Tambien es cierto que no pertenezco a ningun club, que tengo la suerte de jugar siempre entre gente conocida, pero si hay, hay lineas rojas con las que elijo con quien disfrutar mi tiempo libre.

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  4. Hola a todos, pero personalmente pienso que el que alguien tenga líneas rojas para jugar a este tipo de juegos es tanta demagógica como con las personas que se quiera jugar, yo no juzgo a las personas por sus pensamientos o ideas, lo importante, lo más importante es echar un buen rato y pasarlo bien, otra cosa muy distinta es que no vaya con esa persona a tomar un café, saludos

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  5. Yo estoy totalmente de acuerdo con lo que dices black.¡Ojalá! se aplicase e la vida real y no tuviésemos actuaciones cómo darle un mundial de fútbol a un país que reprime a las personas en derechos fundamentales o cómo vivimos en el pasado y celebrar unas olimpiadas en un país que años más tarde sumió al planeta en una de las guerras más cruentas de nuestra historia.
    Hay un dicho que dice "uno no escoge ni a los compañeros de trabajo ni a la familia de la mujer de uno" y yo en el caso que nos ocupa añado "pero siempre escogeré a la gente con la que sentarme alrededor de una mesa de juegos".
    Aunque no nos conocemos te envío un sincero saludo desde Sevilla.

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