miércoles, 27 de febrero de 2019

Tramposos


Siempre que me encargan llevar a cabo una actividad extraescolar de juegos de mesa en un colegio me encuentro con algún niño o niña, con algunos, que no saben gestionar su frustración cuando pierden.


Y no saben gestionarla porque son niños, porque no están habituados a jugar a juegos de mesa (sí, sorprende, pero es cierto) y porque, no nos engañemos, perder jode.  Por eso, es normal que las criaturas no gestionen bien su frustración cuando no ganan, pero para eso, entre otras cosas, está el educador contratado.


Al final de curso esos niños y niñas que no gestionaban bien sus derrotas consiguen llevar con toda naturalidad una partida perdida y valoran lo bien que se lo han pasado durante el juego ganen o pierdan.

Lágrimas y rabietas son la forma más habitual de manifestar la frustración, pero no la única: para no perder algunos prefieren hacer trampas. Y esa es una cosa que también trabajamos en los talleres.

Como educador, detesto las trampas y hay que trabajarlas. Pero como jugón las trampas son algo que odio profundamente.  Me supera.
Como todo jugón me he sentado en muchas mesas y con muchos grupos diferentes. En muchos grupos encontramos al típico jugador con fama, normalmente justificada, de chanchullero, marrullero, fullero y trilero. Ese tipo de jugador que rebonina turnos y suele acabar sus rebobinados con una moneda o una madera de más. Ese tipo de jugador que siempre tiene en la mano la combinación fabulosa de cartas para hacerte "catacróquer".

Una cosa es equivocarse esporádicamente en los cobros y pagos (un servidor suele jugar muy rapido y la lía de vez en cuando pagando y cobrando de menos y a veces de más) y otra es la insoportable rutina chanchullera.

Si hay una cosa que no soporto en los juegos de mesa son las trampas (otra es el análisis parálisis). Antes me corto un pulgar que ganar con trampas.

Puedo entender que críos de ocho y nueve años que estén aprendiendo a gestionar su frustración  recurran a las trampas, pero nunca entenderé qué puede llevar a cuarentones padres de familia a hacer trampas para ganar. Incomprensible.

Suele coincidir que los tramposos son además malos ganadores que se jactan de sus chanchulleras victorias y se cachondean de sus compañeros de mesa.

No sé si vosotros tenéis alguno en vuestro grupo.

Nunca en mi mesa.

sábado, 2 de febrero de 2019

Partidas Enero 2019


2019 ha empezado con un número aceptable de partidas (69) y 6 juegos descubiertos. Veamos qué tal los descubrimientos.

Carpe Diem

Sencillo juego de losetas de Stefan Feld que cumple con lo que ofrece. Estamos ante un Castillos de Borgoña light, mucho más sencillo y menos combero, con una forma de seleccionar las puntuaciones de ronda muy original y acertada.

Un éxito como peso medio-ligero al que sólo le veo dos pegas: la rejugabilidad (porque aunque tiene objetivos para aburrir las sensaciones siempre van a ser las mismas) y los componentes/diseño del juego (porque en pleno siglo XXI este aspecto gráfico y diseño es casi un delito que además  afecta a la preparación y despliegue del juego).
Muy recomendable si no lo vais a quemar muy rápido (creo que tiene poca mecha) y si no os importa comprar un juego extremadamente feo.

Cubirds

Pequeño gran filler en el que deberemos conseguir colecciones mediante el intercambio de cartas de nuestra mano con las de la mesa. Hasta aquí nada nuevo. La pimienta del juego está en que cuando un jugador se queda sin mano la ronda finaliza, obligando a los demás jugadoresa descartarse y dejando buenos intercambios pendientes de finalizar.
Gran filler por su sencillez de normas, por su estupendo aspecto gráfico y por sus mecánicas. Con una idea sencilla consigue desmarcarse del resto de fillers, aportando sensaciones frescas y originales.
Muy recomendable por calidad y precio.


Asesinato en Hong Kong

Juego de deducción y roles ocultos en el que un "máster", el forense, debe dar pistas de un crimen que han cometido el asesino y  sus compinches (que él conoce). Además, hay un testigo que debe ayudar a la captura de los criminales sin ser descubierto.
Los demás jugadores deben descubrir al asesino, el arma del crimen y la pista principal.
El juego se desarrolla en tres rondas, en las que el forense da información del crimen colocando un marcador en diferentes losetas temáticas (lugar, motivo, etc.) ya que al principio de la partida el asesino elige arma y prueba del crimen.

Un buen juego de roles ocultos y deducción al que me gustaría dar más partidas pero que a primera impresión no supera otros juegos de su categoría y mecánica.
 

Escape Room the Game

Escape Room de Diset que me ha sorprendido gratamente por tener unas pistas (en general) bien integradas y sin demasiados momentos de desconexión como les ocurre a otros escapes. Junto a Unlock mi favorito de los escapes de tablero.







Urland

Viejunada molona este juego de mayorías/control de áreas con su toque de subastas.
Una joya oculta de 2001.
Peso medio que se puede jugar en poco más de una hora con una mecánica muy inteligente de desarrollo de los turnos.
A pesar de la horrible portada las cartas tienen unas ilustraciones maravillosas que me tienen enamoradito.
Gran peso medio.

Western Legends

Aventura del oeste en la que podremos movernos por el tablero haciendo lo que nos dé la santa gana: robar, jugar al póker, ser cuatrero, perseguir y capturar a los malos, lo que queramos.


Sencillo de mecánicas pero con muchos detalles que explicar, aunque una vez se asimila el funcionamiento de la partida la cosa fluye sin apenas entreturno (salvo que se haya colado algún paralítico lúdico). 


Juego temático realmente divertido que quizá precisa de las expansiones para que las cartas de objeto aporten más variedad y las partidas no se vean resentidas.

Pensando seriamente en comprarlo.


Bonus track

Os paso también los comentarios de mis juegos descubiertos en diciembre. Sólo 5 estrenos en las 75 partidas jugadas.

Gugong

Eurogame de libro de Andreas Steding, autor caracterizado por diseñar juegos fríos, gélidos.

Este Gugong no se salva de esa frialdad y a menudo puede dar la sensación de ser un compendio de minijuegos bien ligados.

A pesar de eso, buenas sensaciones y con ganas de repetir.




Gunkimono

Pésima reedición de la viejunada Heartland.
Gunkimono es una mala reedición porque se limita a lavarle la cara haciendo mínimas modificaciones de reglas (desaparecen las losetas dobles) pero ese lavado de cara empeora el diseño. Heartland era muy feo, pero funcional. Gunkimono tiene una gama de colores lamentable, por lo que la estética se ha cargado la funcionalidad.

Heartland era un juego aceptable y Gunkimono no mejora nada.


Okavango

Patinazo grave de los yayos Kramer y Kiesling. 

Zooloretto 2.0 descafeinado y de segunda división que no enamora en ningún aspecto: feo, plano, aburrido.

Decepcionante.

Ay mis yayos...



Perfecto hotel

Filler de cartas perfectamente diseñado. Mecánicas bien engranadas, buenos componentes, pero todo correcto sin más.

Las mecánicas recuerdan a las de muchísimos otros fillers. Y ese es el problema de Perfect Hotel: no hay una nota diferencial que aporte sensaciones nuevas. No hay nada que te permita recordarlo por encima de clásicos juegos de catas en los que se inspira y refleja.

Un juego bien diseñado, pero sin personalidad.


Ritmo y Bola

Chorrijuego de cartas que lo ha petado en casa como party game con la familia.

Risas aseguradas con la familia.

Ideal para romper el hielo y echaros unas risas haciendo el idiota en grupo.

Un éxito.

Y hasta aquí los descubrimientos de los dos últimos meses.

Hasta pronto (intentaremos darle vida al blog).



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