Publicado por: Maldito Games
Año de publicación: 2020
Duración: 70-90 minutos
Número de jugadores: 2-4
El talero circular que recuerda al correcto
y poco resultón Porta Nigra, la escasa euforia en los comentarios y las pocas, casi inexistentes, reseñas me hicieron perder la fe en este Paris de la doble K. Pero después de
unas cuantas partidas hay que reconocer que nunca se debe desconfiar del equipo Kramer y Kiesling que, salvo escasos patinazos, son garantía
de éxito.
Componentes
Una de las primeras cosas que destacan de este París es la estupenda producción y el fantástico aspecto de sus componentes. Cartón grueso y bonito diseño que hace que todo quede preciosos en mesa.
Lo peor de los componentes es el tamaño de las monedas que es excesivamente pequeño y provoca que sean un poco incómodas de manejar.
Destaca también el arco de triunfo en 3D que se sitúa en el centro del tablero. Es éste uno de esos accesorios meramente decorativos que quedan muy bien en mesa pero hacen más mal que bien, porque el susodicho arco tapa la visión de los barrios del tablero que quedan al otro lado del arco.
Muy buena producción en general que al parecer es aún mejor en la edición deluxe. Por 40 euros me quedo con mi copia estándar que es más que suficiente y bien ajustada de precio.
El juego
París es un juego de mayorías puro y duro ("area control") en el que deberemos competir por las mayorías en algunos de los 6 distritos de París (seguramente no todos se van a puntuar). Cada distrito contiene seis espacios para seis edificios de niveles 1, 2, 3, 4, 5, y 8. El número de cada espacio es el precio que deberemos pagar por el edificio.
El turno del jugador activo es muy sencillo: como acción obligatoria debe coger la loseta superior de una de las tres pilas de losetas boca abajo. En esas pilas están las losetas de edificio que se deben colocar en los distritos y espacios correspondientes. En el reverso de la loseta se indica a qué barrio pertenece y en el anverso se indica exactamente qué edificio es: se indica su valor 1, 2, 3, 4, 5 u 8 y el tipo de negocio (cafetería, hotel, librería, etc.).
Así, el jugador activo elige una loseta de las tres pilas (sólo sabe a qué distrito pertenece) la voltea y la coloca en su lugar correspondiente.
Si decide colocar una llave de su color, coge una de su reserva (son limitadas según el número de jugadores en la partida) y la coloca en el banco de uno de los distritos de la ciudad o bien en el arco del triunfo en el centro del tablero.
Cada distrito dispone de un banco en el que podremos colocar nuestra llave. Al hacerlo, recibiremos una cantidad de dinero variable en cada distrito (de dos a siete francos). Si colocamos la llave en el arco de triunfo no recibiremos dinero, pero obtendremos una ventaja que explicaremos a continuación.
Si el jugador decide mover una llave en lugar de colocarla, elige una de sus llaves ya en el tablero (bien en un banco, bien en el arco de triunfo o bien en un edificio) y la coloca en un edificio. Si decidimos mover una llave en el banco de un distrito, esa llave deberá ir a uno de los edificios que ya se hayan colocado antes en ese mismo distrito. Para ello, pagaremos el precio de esa loseta de edificio y obtendremos la ficha de bonus que éste lleva asociada (si nadie la cogió antes de abandonar ese edificio). Si el edificio es un 1 o un 2, podremos coger una loseta de bonus del circuito circular que hay alrededor del tablero. Las losetas de ese circuito dan recursos o puntos al gastarlas. Si el edificio al que movemos nuestra llave es un 3 podremos pagar 2 francos para coger una loseta de bonus.
La gracia de ese circuito de bonus es que una vez avanzas con tu meeple renuncias a todas las losetas que hayas dejado atrás pues ya no puedes retroceder en esa pista.
Si decidimos mover la llave previamente ubicada en un edificio, podemos moverla a otro de valor superior del mismo distrito pagando la diferencia de precio entre ambos.
Si decidimos mover una llave del arco de triunfo podremos ponerla en un edificio disponible en cualquier distrito. Así, al colocar una llave en el centro del tablero no obtenemos dinero, pero a cambio conseguimos una importante flexibilidad de poder tener presencia en cualquiera de los distritos de París.
Cuando un jugador coloca la cuarta llave en uno de los distritos, elige una de las losetas de puntuación y la coloca en cualquier distrito del tablero. Ojo porque este dato es importante. La loseta de puntos se coloca en cualquier distrito, no necesariamente en el que se colocó la cuarta llave. Este hecho provoca que tener una llave en el centro del tablero nos dé muchas opciones de elegir qué distritos se puntuarán.
Al final de la partida, las losetas de puntuación otorgan puntos a los tres jugadores con más presencia en el distrito. Esa presencia se calcula en función de la suma del valor de todos sus edificios y monumentos.
Una vez se acaban las tres pilas de losetas de edificios puedes elegir entre continuar poniendo/moviendo llave o bien coger una loseta de bonus de una pila de losetas de bandera. Es decir, el jugador activo ya no puede coger edificio pero en su lugar puede coger una loseta de bonus (la elige entre las que queden) a cambio de renunciar a su acción (poner o mover llave)
Cuando se agota la pila de losetas de bonus, se finaliza la ronda en curso y se juega una ronda final tras la que se calculan los puntos de mayoría de cada uno de los distritos en los que haya ficha de puntuación.
Opinión
El control de áreas (mayorías) es una de las categorías en las que siempre han brillado Kramer y Kiesling (Australia, El Grande, la trilogía de la máscara, etc.).
Además de por usar una de sus clásicas mecánicas, el juego tiene el sello de los abuelos por su sencillez y elegancia: elegimos loseta, colocamos loseta y ponemos o movemos llave, posicionándonos tácticamente en el tablero para poder luchar por las mayorías y, sobre todo, para poder decidir qué distritos se van a puntuar.
El juego es extremadamente táctico pues debemos tener un ojo puesto en lo que hacen los demás y saber ubicarnos en los mejores distritos y edificios, procurando no quedarnos sin dinero y obteniendo recursos suficientes para poder construir monumentos que puedan garantizarnos una mayoría.
Estamos ante un juego que difícilmente va a apasionar a los amantes de abundantes capas mecánicas. Como en muchos de los juegos de mayorías de Kramer y Kiesling en París hay una o dos cosas que hacer, no más, pero hay que hacerlas bien si se quiere ganar.
La duración de las partidas es muy ajustada a lo que ofrece el juego y oscila entre los 60-90 minutos dependiendo del número de jugadores. Ése aspecto, el número de jugadores, es quizá en el que puede cojear el diseño: a dos es aceptable, a tres aumenta la tensión y a 4 encontramos su número ideal. Como casi todos los juegos de mayorías: cuantos más, mejor.
Volviendo a la duración de las partidas, el hecho de que una vez acabadas las losetas de edificios podamos coger loseta de bonus o realizar acción puede alargar la partida. Ese es un aspecto que se le critica al juego. En nuestro caso jugamos mal las tres o cuatro primeras partidas y se nos hacía corto. Aplicando bien la norma el juego aumenta en duración, pero razonablemente, porque llega un momento en el que te quedas sin llaves o sin dinero para poder moverlas en el tablero.
Otro aspecto en cuarentena puede ser el de la rejugabilidad pues en este juego siempre vas a hacer lo mismo: se trata de posicionarse bien y de luchar por la mayoría. No esperéis que las partidas sean tremendamente variables.
Sencillo pero con decisiones interesantísimas, directo, elegante (salvo por el final de la partida y las losetas de bonus), terriblemente táctico y con interacción muy perra si se juega con el grupo adecuado, París ha sido una grata sorpresa que, aunque no puede recomendarse a la ligera a todo el mundo por su aroma viejuno y su escondida profundidad, en casa de la Ficha Negra ha encontrado un hogar en el que se le quiere y en el que se va a jugar a menudo.
Hasta la próxima reseña