Publicamos los primeros relatos participantes.
Animaos y enviad los vuestros
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...han pasado 7 días desde el accidente. Ha sido la peor semana de mi vida, y seguramente sea mi última semana con vida.
Cuando cierro los ojos aún recuerdo el sonido del estallido de los motores, y cómo el avión perdía altura. La gente chillando, el caos por conseguir uno de los insuficientes paracaídas..
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Quizá debí haber muerto en ese momento. Me habría ahorrado los que han sido los peores días de mi vida, perdido en esta mierda de jungla que no tiene fin ni da esperanza alguna.
Conseguí salvar mi teléfono del accidente. Aunque con un golpe que lo hace completamente inútil. Qué cachonda la providencia si es que esto es lo que quiere de mí!... aunque aún sigo vivo. No sé ni cómo. Duermo cada noche entre mil millares de bichos, escarabajos del tamaño de mi puño, abejas cuya miel no he probado, pero sí sus picaduras...
Intento dormirme imaginando los lujos de la civilización moderna; una bombilla que me dé luz por la noche, un puto mechero con el que hacer fuego, un buen filete... hummmm, joder, mataría por uno!
Cada día despierto con una interrogante; ¿seguiré vivo al caer la noche? no he podido dar bocado apenas en este infernal lugar, sólo he bebido el agua sucia de un par de charcos, y el hambre me corroe. Noto cómo me flaquean las fuerzas, y encima en mi último achaque de vitalidad conseguí subir a un cerro y vi que esta jungla se extiende más allá de donde el ojo humano pueda ver.
Y aquí estoy, acuclillado en la oscuridad, usando un minúsculo lápiz y papel que pude salvar del accidente, escribiendo las que pueden ser mis últimas palabras, rogando a dios porque alguien me encuentre, y a la par tranquilizando mi conciencia, ya que sé que si alguien lee esto es porque probablemente ya no esté en este mundo...
Érase una vez un hombre que vivía en una gran
ciudad, era abogado y estaba enterado de todo a su alrededor, para él su vida
era todo cuanto podía desear, vivía para su trabajo pero se sentía bien, fue
dejando atrás amigos y familiares.
Llegaron las vacaciones cosa que el hombre odiaba ya
que nunca sabía qué hacer, en un momento de iluminación se le encendió la bombilla de
las ideas. Como estímulo para su vida viajaría a otro continente e intentaría
encontrar clientes potenciales para su compañía.
Cogió un avión hacia sur América, él
era un hombre europeo y quería captar clientes totalmente diferentes.
Mientras
sobrevolaba el océano, algo empezó a ir mal, qué seria (?), de
golpe el motor se paro en seco, y empezaron a caer en picado, todo el mundo
gritaba y apenas se oían las ordenes del piloto y azafatas.
Se acercó como pudo entre golpes y empujones hacia
una de las puertas ignorando a los demás, la azafata intentaba explicar toda
nerviosa como utilizar los paracaídas. Nuestro hombre se lo coloco
rápidamente. Sin previo aviso abrieron la puerta del avión, y de la presión
unos cuantos pasajeros salieron volando hacia la nada, todo el mundo
enloqueció, la gente chocaba contra las paredes, quedaba inconsciente y todo
era caos.
Sin mirar atrás y agarrado en unas barras laterales de
las paredes, gracias a las que se había mantenido sujeto, salto hacia el vacío,
por suerte activó adecuadamente el paracaídas y tras un rato de caída y
zarandeándose como pudo cayó al mar.
Mientras caía vio como el avión impactaba en el mar y
no vio a nadie salir hacia la superficie. ¿Habrían muerto?
Se deshizo del paracaídas como pudo para no ser
arrastrado por el peso, miró a su alrededor, podía ir hacia los restos del
avión para intentar rescatar a alguien, pero por otra parte vio una isla, no
muy grande pero una posible salvación, como nunca había sido un hombre sociable
abandono a su suerte a los posibles supervivientes y se encaramo hacia la isla.
Llegó exhausto, los ojos le escocían
del agua salada, aun así no se echó a dormir, sacó su móvil, sin
muchas esperanzas intento llamar sin éxito, eso ya no funcionaria nunca. Se
rindió, estiró y desmayo del estrés.
Despertó no en la orilla sino en algún lugar de la
isla, estaba atado con cuerdas y al lado de una gran hoguera. Oía
murmullos en la espesura, gente riendo, se temió lo peor, se lo iban a comer!
Su sentido del peligro pudo mas que su miedo , y se
acerco hacia el fuego para quemar las cuerdas, su intento fue exitoso peor no
sin antes hacerse algunas quemaduras.
Huyo primero despacio y luego lo mas rápido que pudo
hasta que tropezó con una rama y cayo por un pequeño barranco, ay! le había
dolido, se recompuso, se desato del todo y miro a su alrededor, estaba en un
claro con selva alrededor pero con un altar de mármol en su centro, se acerco,
y vio que había unas escaleras hacia una especie de cueva o sala.
Oía gritos a su espalda y no veía escapatoria en una
isla tan pequeña aunque se internase en la selva , acabarían encontrándole. El
era un extraño allí y para ellos su hogar.
Descendió las escaleras y tras unos 10 minutos de
bajada encontró una sala cuadrada con un altar, en el que reposaba un escarabajo de
oro con un diamante incrustado en su caparazón.
Oyó sonido en la escalera, estaba atrapado! Nadie en
su sano juicio cojeria el escarabajo, había visto suficientes películas para
prever que alguna trampa se activaría. Estaba entre la muerte y la verdad otro
tipo diferente de muerte. Pero tenia clara una cosa no moriría comido
lentamente por otros humanos, prefería morir por el veneno de un dardo o
clavado por una estaca.
Se acerco y cogió el escarabajo, al levantar-lo se oyó
un estruendo y la habitación tembló, un tablón de piedra cubrió las escaleras
por las que había bajado dejándolo sin salida pero al menos protegido de los
caníbales.
Entonces oyó un zumbido, no sabía que era (?),
en ese momento ocurrió lo inesperado se abrieron unos agujeros en las paredes y
de ellos entraron centenares de abejas, su muerte no fue rápida ni
indolora. Eso no lo había visto en las películas.
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Don Luis Escarabajo Sanz, piloto
comercial de una conocida compañía aérea comercial, llevaba horas viajando en
un avión de su compañía con rumbo desconocido, tratando de olvidar la última
imagen que procesó cuando entró en su casa por última vez y prendió la luz.
Sus ojos, bien abiertos, grabaron
a fuego la imagen de su mejor amigo clavando en su mujer el aguijón como si de
una abeja se tratara. Ella, encajaba con entereza y aparente gozo picotazo a
picotazo, y era Luis quien se envenenaba tras cada uno de ellos. Sintió que caía, descontrolado y sin
paracaídas, hasta que tras los incesantes picotazos, su interior ardió en
llamas.
Sin todavía poder cerrar sus ojos, volvió sobre sus pasos y regresó al
aeropuerto desde el que pilotaría sin rumbo y sin apenas combustible. Un intrigante mensaje
enviado con su móvil fue el último rastro que dejó en vida. El mensaje tan solo
narraba “?” y se desvanecía del mismo modo que lo hizo su avión entre las
llamas.
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El avión quedó atrás, atrás y
arriba, perdiéndose entre las nubes como una abeja en un campo de trigo,
desapareciendo lentamente mientras yo descendía en paracaídas sobre aquella
enigmática isla. Segundos después me encontraba sobre una planicie rodeada de
maleza, sin cobertura en mi teléfono y con una linterna cuya bombilla se había
roto al aterrizar de bruces sobre la parte más pedregosa de la zona, mis
rodillas sangraban un poco, pero podía soportarlo. La oscuridad se acentuaba y
mis ojos no conseguían ver nada, el ruido de los insectos entre las ramas
cercanas me hacían pensar en peligros susurrantes y mortales. Encendí una
pequeña fogata cuya luz y calor me acompañasen al menos hasta que el sol
volviese a iluminar la tierra. Por cierto, empecé a ser consciente de que
estaba totalmente perdido.
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Era un día caluroso en Austin, Jake estaba descansando despues de un duro día de trabajo, cuando de repente notó un pinchazo en la cara, justo debajo del OJO izquierdo, que hizo que se levantara apresuradamente. Se miró en el espejo y se dio cuenta que tenía la cara hinchada, parecía haber sido la picadura de una ABEJA africana, una de las mas peligrosas del mundo.
Tras este incidente, Jake cogió su MÓVIL y llamó al aeródromo para hablar con su amigo Matt y así poder concretar los detalles del viaje a Houston. Matt era un gran amigo de Jake, y poseía un AVIÓN con el cual mañana a la mañana viajarían a Hoston.
Llegó la hora de viajar a Houston, donde Jake debía encontrarse con un coleccionista muy importante.
Jake y Matt subieron al avión y esperaron a que la BOMBILLA se pusiese en verde para poder despegar. Una vez en el cielo, transcurridos 30 minutos, uno de los motores empezó a fallar, Matt miró a su izquierda y vio FUEGO en uno de los motores, y a los pocos segundos otra explosión se escuchó en el otro lado del avión. Jake y Matt rápidamente cogieron cada uno su PARACAIDAS y se lanzaron, antes de que el avión se estrellase.
Aterrizaron sin ningun percance, no asi un pequeño ESCARABAJO al que Jake había aplastado al tomar tierra.
Ahora el INTERROGANTE era ¿Llegaría Jake a tiempo a esa reunión tan importante en Houston?
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Érase una vez una ABEJA que, hacía ya tiempo, tuvo la IDEA
(bombilla) de que podía viajar gratis en el ala de un AVIÓN, para así poder VER
todos los bellos paisajes del mundo.
Sin embargo, llegó un día en que un pasajero del vuelo en el
que iba la abeja, encendió su MÓVIL cuando lo tenía prohibido y el avión se
INCENDIÓ, por lo que tuvo que agarrarse al PARACAÍDAS del piloto que saltó
rápidamente.
Durante la caída, la abeja SE PREGUNTABA cómo pudo tener tanta
suerte y al llegar al suelo descubrió que el piloto, que era muy supersticioso,
guardaba en una cajita en su bolsillo un ESCARABAJO egipcio de la suerte.
Ahora la abeja, tras la experiencia, prefiere divertirse
sobre los monopatines de los chavales en la ciudad.
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